Es evidente
que actualmente la enseñanza tradicional / teórica – enseñanza esta
estructurada en la memorización, con foco exclusivo en aprobación y no en el
aprender – vine perdiendo espacio para equipamientos más atractivos y
dinámicos, entonces, ¿por qué no aprovechar la estructuración de estos
mecanismos en el aula? Si analizamos, estas distracciones, tienen como base la
narrativa, para crear un contexto y fidelizar la atención de niños y
adolescentes, ojo, en juegos de videojuego, historias son contadas en formato
de misión a ser cumplida; en redes sociales seguimos el desarrollo de la vida
de nuestros amigos; en series, músicas el mismo sucede, es decir, una trama es
elaborada con el intuito de fidelizar el público llave, y este se encanta con
los acontecimientos y tiene satisfacción, hasta mismo un poco de ansiedad, para
querer descubrir el desarrollo de la historia.
Es preciso
ser creado un vínculo “fidelizante” con el contenido a ser trabajado, para que
este haga parte de la vivencia del alumno, puesto es así que el mismo tendrá
ganas de aprender y este aprendizaje tendrá, de esta forma, significado para el
estudiante.
Larrosa
(2004) afirma que la experiencia auténtica es aquella que nos pasa, nos
traspasa y nos trasforma (entendamos en este momento experiencia auténtica como
experiencia significativa, de este modo, experiencia que no será fácilmente
olvidada, una vez que algún tipo de vínculo haya sido creado con el individuo en
cuestión).
Esta
transformación no cabe apenas a los alumnos, sino que a todo el grupo docente,
pues la investigación narrativa no permite reflejar sobre nuestra propia
práctica pedagógica y al mismo tiempo enriquecerla.
La apertura
proporcionada por la investigación narrativa, nos permite captar las
interacciones (sencillas o complejas) de nuestro público llave y, a partir de
su respuesta, repensar nuestra práctica educativa, es decir, el docente puede
comprender el contenido de sus propios argumentos, a través de la charla del
alumnado; recordar sus experiencias y tomar consciencia de su aprendizaje,
transformándose así en un profesional mejor; un profesional atento a la
verificación de la absorción del que el mismo esté pasando dentro del aula y no
solo un profesional cuya responsabilidad es finalizar el contenido propuesto
para aquel período.
Así como al
cuerpo discente que se sentirá como parte actuante en la construcción del
contenido presentado, pues la investigación narrativa cuenta, a todo momento,
con la participación activa del alumnado durante la realización de los
ejercicios, sea por intermedio de relatos, interpretaciones, construcciones de
raciocinio durante la lectura de imágenes y testimonios abiertos. De esta
forma, vínculos son creados entre alumnos/ alumno – profesor/ profesor –
alumno/ alumno – contenido tornando el aprendizaje más satisfactorio, más claro
a todos y, principalmente, más eficiente y duradero.
Esta reflexión
sobre la práctica narrativa y la significación, permite reconstruir, fortalecer
y crear nuevos conocimientos, tornando el poder argumentativo de los alumnos
más interesantes a cada clase, así como mejorando la calidad del estudio y del
aprendizaje de los niños.